El pijomarxismo
Fernando Jáuregui
Hay días en los que no apetece nada volver sobre lo mismo, la misma sopa de siglas, que si ANV para arriba y para abajo. Si dices que crees, como creo, que la decisión de los altos tribunales fue la adecuada, malo. Si no, peor. Al final, de todos modos te van a tachar de frívolo, o de prosocialista, o de peneuvista disfrazado, o de pepero heterodoxo, o hasta de batasuno converso, como me dijo un día una transeúnte que, desde luego no era una pretendiente. Voy a olvidarme, por un día, de los maximalismos de fondo de unos y otros, de los chantajes de una Batasuna que más vale que vaya iniciado su camino hacia la transición a la democracia y me voy a fijar en un par de cuestiones de forma: ¿quiénes, cómo son ‘ellos’?.
Vamos a ver: Zapatero acusa a Rajoy de tener «principios de hojalata», supongo que por lo oxidables. Y el presidente del PP replica diciendo que Zapatero tiene «los principios de Groucho Marx», es decir, mudables: si no te gustan estos principios, los cambio por otros.
La verdad, no me parece que Rajoy sea como el mago de Oz, de latón, aunque a veces sea algo latoso. Creo que tiene la suficiente consistencia como para aspirar a la máxima magistratura política. Otra cosa es que se esté trabajando bien el sendero. Tampoco Zapatero es marxista, ni de Karl ni de Groucho. Su izquierdismo hubiese sido considerado ‘dilettante’ por Lenin, que lo hubiera acabado situando entre los enemigos de la revolución de octubre y, desde luego, no hubiese sobrevivido a Stalin. Y, en el otro ámbito, reconozcamos que el sentido del humor zapateriano, más bien parco por decir lo más, nada tiene que ver con el hermano mayor del clan Marx, ni con Chico, ni con Harpo. Que no.
No, nada de izquierdismo real. Y nada de hojalata. Recorro, cuando puedo, mítines acá y allá, y la campaña nos descubre muy pocas diferencias de principios y sociológicas entre los candidatos de uno y otro partido (muy otra cosa, desde luego, es el perfil de los asistentes). Ni son lo marxistas que el PP dice que son los otros, ni lo pijos que los otros dicen que son los del PP. Pijomarxistas, todo lo más, con toques de perfume Intermoney y aroma de Andratx y Alhaurín. Joder, qué tropa.
Tengo para mí que Rajoy y Zapatero comparten muchos más principios y mucha más falta de ellos de lo que a ambos les gustaría confesar. Y siempre estuve convencido de que a uno y a otro les gustaría mucho más entenderse en ciertas cuestiones clave que mantener el goyesco duelo a garrotazos cotidiano, que es el espectáculo algo deprimente con el que nos obsequian. Sigo pensando que ambos son lo mejor de sus partidos. Y que lo malo es que el camarote, el camarote de los hermanos Marx, está demasiado lleno de eso que la gente, mirando como de reojo, llama ‘clase política’. De pijomarxistas, digo.