Pintoras en el museo del prado

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Es un cuadro extraño: una niña prepúber desnuda descansa sobre una suntuosa almohada de terciopelo verde, con el pelo despeinado y atado por un sedoso lazo rosa. A pesar de los juguetes de los niños que están cerca, la sonrisa complaciente de la niña y su pose provocativa la ponen a la altura de las odaliscas más escandalosas de su época. Titulada sugestivamente «Crisálida», la obra fue pintada por Pedro Sáenz Sáenz en 1897. Ganó el segundo premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de ese año -el evento artístico más prestigioso de España- y fue adquirida por el Estado. La obra encarna la inquietante visión que los artistas masculinos y la sociedad tuvieron de la mujer española durante gran parte de los siglos XIX y XX: pasiva, infantil y fácilmente sexualizada. En otras palabras, necesitadas de la guía, la influencia y el control de los hombres.

Este cuadro se expone en Invitados no invitados: Episodios sobre la mujer, la ideología y las artes visuales en España, 1833-1931. Después de un paréntesis de seis meses en la programación, el Museo Nacional del Prado hace una larga y dura revisión del sexismo en España durante este periodo, y del papel esencial del propio museo en su perpetuación. En sus 101 años de historia, el Prado solo ha celebrado dos grandes exposiciones dedicadas a mujeres artistas -en 2016, de la pintora holandesa del siglo XVII Clara Peeters, y en 2019, de las pintoras italianas del Renacimiento Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana-, un descuido que el museo se esfuerza ahora por cambiar.

el museo del prado: una colección de maravillas

En el marco de la celebración de su Bicentenario, el Museo del Prado presenta Sofonisba Anguissola y Lavinia Fontana. Historia de dos pintoras, una exposición que reúne por primera vez las obras clave de dos de las pintoras más notables de la segunda mitad del siglo XVI.

Con un total de 65 obras, 56 cuadros, procedentes de más de 20 colecciones europeas y americanas, el Museo del Prado presenta un recorrido por la trayectoria de estas dos pintoras, que alcanzaron fama y renombre entre sus contemporáneos, pero cuya personalidad artística quedó oscurecida con el paso del tiempo.

Entre los once y los trece años, Sofonisba Anguissola emprendió su formación artística inicial siguiendo las pautas educativas establecidas para la aristocracia. Así, recibió clases de música, danza, literatura, dibujo y pintura, impartidas estas dos últimas por los pintores Bernardino Campi (1522-1591) y Bernardino Gatti (h.1495-1576). Anguissola destacó en el dibujo y, sobre todo, como retratista, practicando constantemente con su propio rostro y representando a miembros de su familia.Su completísima formación queda patente en sus numerosos autorretratos (más de los que ninguna otra mujer había realizado hasta esa fecha) que reflejan los ideales femeninos de la época: discreción, modestia y prudencia. Gracias a la diplomacia de su padre, estos autorretratos se convirtieron en «cartas de presentación» y en raras piezas de coleccionista que forjaron la temprana fama de Anguissola como mujer pintora. El resultado fue la creación de una leyenda que otras mujeres quisieron emular, sobre todo Lavinia Fontana, que en su autorretrato de 1577 reutilizó el modelo de Anguissola para subrayar esa misma condición de mujer culta y artista.

escaparate: clara peeters y la igualdad de género

El Museo del Prado de Madrid ha anunciado su intención de convertirlo en un lugar «mucho más inclusivo» mediante la reordenación de su colección permanente para garantizar una mayor representación de obras de artistas femeninas y extranjeras.

Dijo que la decisión de hacer el museo más inclusivo no fue repentina y no estuvo motivada por «los caprichos de los conservadores o del director», sino por el deseo de explicar mejor las diferentes escuelas y épocas.

El Prado intentó poner al descubierto el desequilibrio de género en su colección con una exposición el año pasado llamada Invitados no invitados, que exploraba cómo las obras de arte compradas y engalanadas por el Estado español entre 1833 y 1931 trataban a las mujeres como personas y artistas.

Sin embargo, la exposición fue criticada por algunas artistas y académicas, que acusaron al museo de hacerse eco de la misma misoginia que pretendía poner de manifiesto al centrarse en muchas obras de hombres en lugar de celebrar las de mujeres.

Falomir dijo que la reorganización comenzaría con la colección del siglo XIX del Prado, añadiendo que algunos cambios deberían ser evidentes para el verano. «Es obvio que algunas de las lecciones de Huéspedes no invitados se trasladarán a la colección y trataremos de dar una visión más plural de lo que fue el siglo XIX español», dijo.

grandes pintoras

Para Javier Solana, Presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado: «Esta exposición refleja claramente la voluntad del Prado de seguir siendo un referente de la cultura, incluso en tiempos difíciles. Por ello, quiero agradecer el compromiso de la Fundación AXA y, en particular, el del personal de esta institución, que con su esfuerzo y dedicación la han hecho posible».

Invitados no invitados es la primera exposición que organiza el Museo Nacional del Prado tras su reapertura. Pretende ofrecer una reflexión sobre el modo en que las estructuras de poder defendieron y difundieron el papel de la mujer en la sociedad a través de las artes plásticas, desde el reinado de Isabel II hasta el de su nieto Alfonso XIII. Durante ese periodo el Museo del Prado se convirtió en un elemento clave para la adquisición y exhibición de arte contemporáneo, jugando un papel importante en la construcción de la idea de una escuela moderna española.

En palabras de Olga Sánchez, Presidenta de la Fundación AXA: «La Fundación AXA se siente muy orgullosa de poder contribuir a esta exposición excepcionalmente atrevida que reivindica el papel de la mujer y analiza la hostilidad con la que fue tratada por el sistema artístico español en el siglo XIX y principios del XX. Llevamos veintiún años colaborando con el Prado y cada exposición supera a la anterior».

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