Homilia papa domingo de ramos

Vaticano va papa francisco

Ser cristiano es una peregrinación: Homilía del Papa en el Domingo de Ramos Matthew Harrison Lunes, 29 de marzo de 2010 El Papa Benedicto XVI celebró el Domingo de Ramos con miles de fieles en la Plaza de San Pedro.    El Domingo de Ramos es también el fin de semana en que se celebra la Jornada Mundial de la Juventud a nivel diocesano, y este año se cumplió el 25º aniversario del evento establecido por el Venerable Juan Pablo II.    El aniversario fue el tema central de su discurso del Ángelus, y se tocó durante la homilía, pero el eje principal de la homilía fue un examen de la vida del cristiano como una peregrinación.

El Evangelio de la bendición de las palmas que hemos escuchado juntos aquí en la Plaza de San Pedro comienza con la frase: «Jesús se adelantó a todos subiendo a Jerusalén» (Lucas 19,28). Inmediatamente al comienzo de la liturgia de este día, la Iglesia anticipa su respuesta al Evangelio, diciendo: «Sigamos al Señor». Con ello se expresa claramente el tema del Domingo de Ramos. Se trata de seguir. Ser cristiano significa ver el camino de Jesucristo como la forma correcta de ser humano, como ese camino que lleva a la meta, a una humanidad plenamente realizada y auténtica. De manera especial, quisiera repetir a todos los jóvenes, en esta 25ª Jornada Mundial de la Juventud, que ser cristiano es un camino, o mejor dicho: Es una peregrinación, es un ir con Jesucristo. Un ir en esa dirección que Él nos ha señalado y nos señala.

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Domingo de ramos 2021

Decenas de miles de peregrinos portaron ramas de olivo y de palma mientras se unían a Su Santidad en un inspirador y sentido discurso que rindió homenaje a las víctimas del accidente del Airbus A320 de Germanwings ocurrido el martes en los Alpes franceses.

A continuación, Francisco, que el mes pasado denunció el asesinato de 21 cristianos coptos egipcios a manos de militantes del Estado Islámico en Libia, también rindió homenaje a quienes, según dijo, están siendo asesinados por su fe hoy.

«Pensamos también en nuestros hermanos y hermanas que son perseguidos por ser cristianos, los mártires de nuestro tiempo. Son muchos. Se niegan a renegar de Jesús y soportan con dignidad los insultos y las injurias», ha dicho.

Ha dicho que la comunidad internacional estaría justificada para utilizar la fuerza militar como último recurso para detener una «agresión injusta», pero que no debería depender de una sola nación la decisión de intervenir en el conflicto.

La humildad es sobre todo el camino de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar su infidelidad.    Esto queda claro cuando leemos el libro del Éxodo.    Qué humillante es para el Señor escuchar todas esas quejas, todas esas reclamaciones contra Moisés, pero en definitiva contra él, su Padre, que los sacó de la esclavitud y los estaba guiando en la travesía del desierto hacia la tierra de la libertad.

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Homilía 11 de mayo de 2021

Jesús «se despojó de sí mismo, tomando la forma de siervo» (Flp 2,7).    Dejemos que estas palabras del apóstol Pablo nos conduzcan a estos días santos, en los que la palabra de Dios, como un estribillo, presenta a Jesús como siervo: el Jueves Santo, se le representa como el siervo que lava los pies a sus discípulos; el Viernes Santo, se le presenta como el siervo sufriente y victorioso (cf. Is 52,13); y mañana escucharemos la profecía de Isaías sobre él: «He aquí mi siervo, a quien sostengo» (Is 42,1).    Dios nos ha salvado sirviéndonos.    A menudo pensamos que somos nosotros los que servimos a Dios.    No, es él quien eligió libremente servirnos, porque nos amó primero.    Es difícil amar y no ser amado a cambio.    Y es aún más difícil servir si no nos dejamos servir por Dios.

Pero, ¿cómo nos sirvió el Señor?    Dando su vida por nosotros.    Le somos muy queridos; le costamos mucho.    Santa Ángela de Foligno dijo que una vez escuchó a Jesús decir: «Mi amor por vosotros no es una broma».    Su amor por nosotros le llevó a sacrificarse y a cargar con nuestros pecados.    Esto nos asombra: Dios nos salvó tomando sobre sí todo el castigo de nuestros pecados.    Sin quejarse, sino con la humildad, la paciencia y la obediencia de un siervo, y por puro amor.    Y el Padre sostuvo a Jesús en su servicio.    No le quitó el mal que le aplastaba, sino que le fortaleció en su sufrimiento para que nuestro mal fuera vencido por el bien, por un amor que ama hasta el final.

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Homilía del papa francisco hoy 2021

La celebración de hoy puede decirse que es agridulce. Es alegre y dolorosa al mismo tiempo. Celebramos la entrada del Señor en Jerusalén a los gritos de sus discípulos que lo aclaman como rey. Pero también proclamamos solemnemente el relato evangélico de su Pasión. En este conmovedor contraste, nuestros corazones experimentan en alguna medida lo que el propio Jesús debió sentir en su corazón aquel día, mientras se alegraba con sus amigos y lloraba por Jerusalén.

Desde hace treinta y dos años, el aspecto alegre de este domingo se enriquece con el entusiasmo de los jóvenes, gracias a la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud. Este año se celebra a nivel diocesano, pero aquí, en la Plaza de San Pedro, estará marcada por el momento profundamente conmovedor y evocador en que la cruz de la JMJ pasa de los jóvenes de Cracovia a los de Panamá.

El Evangelio que hemos escuchado antes de la procesión (cf. Mt 21,1-11) describe a Jesús cuando baja del Monte de los Olivos a lomos de un pollino que nunca había sido montado. Relata el entusiasmo de los discípulos que aclaman al Maestro con gritos de alegría, y podemos imaginar en nuestra mente el entusiasmo de los niños y jóvenes de la ciudad que se unieron a la emoción. El propio Jesús ve en esta alegre acogida una fuerza inexorable querida por Dios. A los fariseos escandalizados les responde «Os digo que si éstos callaran, las piedras gritarían» (Lc 19,40).