Todos somos iguales ante la ley

todos somos iguales ante la ley

Esta semana hemos invitado a Misty Farquhar, del Centro Curtin para la Educación en Derechos Humanos, a compartir su perspectiva sobre el artículo 7 de la Declaración Universal de Derechos Humanos “Todos somos iguales ante la ley”. Las construcciones arcaicas del poder y la alteridad permanecen en los mismos sistemas a los que se supone que acudimos en busca de protección. En lugar de actuar como árbitro objetivo de la justicia, la ley mantiene el statu quo de los privilegios. También le pedimos a Tiernan Brady, Director Global de Diversidad e Inclusión de Clifford Chance y responsable de las campañas por la Igualdad Matrimonial en Australia e Irlanda, su perspectiva. “En todo el mundo, las estatuas de la Dama de la Justicia adornan nuestros tribunales. Sin embargo, no está mirando al mundo: tiene los ojos vendados. Esto no es casualidad. En el corazón de la justicia está el simple concepto de que todos somos iguales ante la ley, que todos tenemos derecho al mismo estatus y posición. Para que haya justicia, la ley debe ser ciega a nuestras diferencias, nuestras circunstancias, culturas e historias; si la justicia sólo está disponible para algunos, entonces no es justicia en absoluto. La justicia no es un juego de suma cero en el que sólo un grupo puede tenerla. No es una mesa de asientos limitados en la que la ley decide quién se sienta”.

quién propuso por primera vez la idea de que todos son iguales ante la ley

El artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) establece: “Todos son iguales ante la ley y tienen derecho, sin discriminación alguna, a igual protección de la ley”[1]. Así pues, todas las personas deben ser tratadas por igual ante la ley, independientemente de su raza, sexo, color, etnia, religión, discapacidad u otras características, sin privilegios, discriminación o prejuicios. La mayoría de las constituciones nacionales del mundo ofrecen la garantía general de igualdad,[4] pero la aplicación específica de esta garantía varía. Por ejemplo, mientras que muchas constituciones garantizan la igualdad con independencia de la raza,[5] sólo unas pocas mencionan el derecho a la igualdad con independencia de la nacionalidad[6].

El discurso fúnebre de Pericles en el 431 a.C., recogido en la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, incluye un pasaje en el que se elogia la igualdad entre los ciudadanos varones libres de la democracia ateniense: “Si nos fijamos en las leyes, éstas ofrecen la misma justicia a todos en sus diferencias privadas; si en la posición social, el avance en la vida pública recae en la reputación de la capacidad, sin que las consideraciones de clase puedan interferir con el mérito; ni tampoco la pobreza impide el camino”[8].

¿por qué es importante la igualdad ante la ley?

El artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) establece: “Todos son iguales ante la ley y tienen derecho, sin discriminación alguna, a igual protección de la ley”[1]. Así pues, todas las personas deben ser tratadas por igual ante la ley, independientemente de su raza, sexo, color, etnia, religión, discapacidad u otras características, sin privilegios, discriminación o prejuicios. La mayoría de las constituciones nacionales del mundo ofrecen la garantía general de igualdad,[4] pero la aplicación específica de esta garantía varía. Por ejemplo, mientras que muchas constituciones garantizan la igualdad con independencia de la raza,[5] sólo unas pocas mencionan el derecho a la igualdad con independencia de la nacionalidad[6].

El discurso fúnebre de Pericles en el 431 a.C., recogido en la Historia de la Guerra del Peloponeso de Tucídides, incluye un pasaje en el que se elogia la igualdad entre los ciudadanos varones libres de la democracia ateniense: “Si nos fijamos en las leyes, éstas ofrecen la misma justicia a todos en sus diferencias privadas; si en la posición social, el avance en la vida pública recae en la reputación por la capacidad, sin que las consideraciones de clase puedan interferir con el mérito; ni tampoco la pobreza impide el camino”[8].

todos somos iguales ante la ley y tenemos derecho a igual protección de la ley

El 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó y proclamó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se ha traducido a más de 350 idiomas en todo el mundo, y a más de 100 idiomas africanos.  El texto completo de sus 30 artículos en inglés puede encontrarse haciendo clic en los siguientes enlaces.

Todos son iguales ante la ley y tienen derecho, sin discriminación alguna, a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja la presente Declaración y contra toda incitación a tal discriminación.

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