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Último libro de lorenzo silva
Entrevista a lorenzo silva
Ha escrito relatos, artículos y ensayos literarios, pero se le reconoce sobre todo por sus novelas. Una de estas novelas, El alquimista impaciente, fue galardonada con el Premio Nadal en el año 2000, y filmada por la directora Patricia Ferrera, estrenada en 2002[1], y en la que aparecen dos de sus personajes más conocidos, los agentes de la Guardia Civil sargento Bevilacqua y cabo Chamorro. Otra de sus novelas, La flaqueza del bolchevique, fue finalista del premio en 1997, y ha sido adaptada al cine por Manuel Martín Cuenca[1] La misma novela fue traducida al inglés en 2013 con el título The Faint-Hearted Bolshevik[2].
En 2001, Silva realizó un experimento interactivo de escritura de novelas a través de la web de Círculo de Lectores, en el que proponía para cada capítulo tres posibles finales que se sometían a votación popular. El experimento fue un éxito, y la novela resultante, La isla del fin de la suerte, se publicó en formato tradicional[1].
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Colocar “libros de Lorenzo Silva” en los buscadores es acceder a las mejores novelas policíacas, donde la acción y el misterio son el plato del día. El escritor nació en Madrid, España, el 7 de junio de 1966. Silva comenzó a interesarse por la literatura desde muy joven, y su impacto en la literatura ha sido tal que a lo largo de los años muchas de las obras que produjo han sido traducidas al italiano, ruso, alemán, francés, árabe y catalán.
Lorenzo obtuvo reconocimiento mundial por sus novelas policíacas, entre las que destaca El alquimista impaciente (1999). Esta obra captó la atención de muchos jóvenes y también mereció el Premio Nadal en el año 2000. Los protagonistas de estas novelas eran los guardias Virginia Chamorro y Rubén Bevilacqua.
Silva nació en un barrio de la capital española llamado Carabanchel, concretamente en la maternidad del antiguo hospital militar Gómez Ulla. Sus padres fueron Juan Silva y Paquita Amador. A los cinco años se trasladó a un barrio de la Latina llamado Cuatros Vientos, en Madrid, donde empezó a escribir con sólo trece años.
El escritor de novelas policíacas lorenzo silva | euromaxx
Ha escrito relatos, artículos y ensayos literarios, pero se le reconoce sobre todo por sus novelas. Una de estas novelas, El alquimista impaciente, fue galardonada con el Premio Nadal en el año 2000, y filmada por la directora Patricia Ferrera, estrenada en 2002[1], y en la que aparecen dos de sus personajes más conocidos, los agentes de la Guardia Civil sargento Bevilacqua y cabo Chamorro. Otra de sus novelas, La flaqueza del bolchevique, fue finalista del premio en 1997, y ha sido adaptada al cine por Manuel Martín Cuenca[1] La misma novela fue traducida al inglés en 2013 con el título The Faint-Hearted Bolshevik[2].
En 2001, Silva realizó un experimento interactivo de escritura de novelas a través de la web de Círculo de Lectores, en el que proponía para cada capítulo tres posibles finales que se sometían a votación popular. El experimento fue un éxito, y la novela resultante, La isla del fin de la suerte, se publicó en formato tradicional[1].
El micro de la feria del libro – lorenzo silva – flm21
Las redes se convierten en un canal incontrolable para la violencia y el abuso, más acusado en nuestros jóvenes, que desprovistos de filtros y expuestos a la desinformación y los excesos acaban potenciando exponencialmente esos pequeños males de siempre, transformados en escarnio público. O, de otro modo, los presenta vulnerables a los ojos de todo tipo de depredadores que acechan como esos auténticos lobos que se anuncian en este título.
Porque este nuevo libro Tantos lobos, de Lorenzo Silva, muestra una posible deriva que se siente muy real. Resulta escalofriante plantearse una lectura de novela negra donde el escenario es tan cercano. Quizás nunca antes una novela de este género ha sido una especie de llamada de atención a nuestro entorno.
El subteniente Bevilacqua se enfrenta a cuatro nuevos y escabrosos crímenes de víctimas demasiado jóvenes. Para empezar a investigar, Bevilacqua y su inseparable Chamorro deben aprender a navegar entre las redes con la agilidad de los jóvenes que se mueven por ellas. Un aprendizaje necesario para acceder a ese lado sórdido de las redes donde se descubre cómo lo peor del alma humana adquiere tintes dantescos.