El acuerdo alcanzado por el PSOE y el PP para no subir en julio el recibo de la luz tuvo su inmediato reflejo en la bolsa. Las eléctricas contaban con un aumento de sus ingresos por esta vía y con la reducción en una parte del abultado déficit tarifario, nada menos que 20.000 millones de euros. Además, los dos partidos mayoritarios acordaron llegar a un pacto más amplio para que las energías renovables no presionen los costes al alza. El ministro Sebastián se comprometió a evitar que como ocurre ahora cuanto más viento y sol hace más cara es la energía. Parece de Perogrullo, pero es lo que sucede en la actualidad. El caso es que por estas razones y porque la economía norteamericana creció tres décimas menos de lo previsto, el IBEX perdió en la semana casi un 4,5 por ciento.
Tampoco hay que olvidar que durante la semana se estuvo especulando con el orden del día de la Cumbre de Toronto. El impuesto a la banca y las diferentes formas de abordar la crisis (seguir con el gasto público o reducir los abultados déficits) pesaron en los inversores. Veremos los resultados de esa cumbre. Como aperitivo, ya se ha pedido a España y Grecia que vayan deprisa en la reducción de sus desequilibrios. Así que Zapatero tendrá que ponerse manos a la obra y seguir haciendo reducciones del gasto público o abordar una subida de impuestos que nos hará temblar. Es lo que tiene no hacer los deberes a tiempo, después hay que hacer lo que no se quiso hacer, pero con menos tiempo y más sufrimiento.
Sí parece que las bolsas no van a sufrir demasiado. Dicen la mayoría de los expertos que ya no vamos a ver niveles del IBEX por debajo de los 8.000 puntos. Ya lo comprobaremos, porque esos impuestos a la banca sólo van a conseguir que haya menos crédito para financiar actividad y consumo y por tanto no se crearán puestos de trabajo o se seguirán destruyendo. Desde luego en España, donde todo eso vendrá acompañado de una subida del IVA en apenas unos días. Hoy lunes, comprobaremos cómo se toma el mercado lo que se acuerde en Toronto por los jefes de Estado y de Gobierno del G-20. También podemos encontrarnos, y es muy probable, con que se convirtió en un diálogo de sordos.