Los cojones, con el toro – Noticia – – Diario Acoruna

Ayer (por hoy), 20 de noviembre, se celebró el trigésimo tercer aniversario de la muerte de Franco. Para una generación de españoles, cuando el dictador estaba vivo y ordenando leyes, era el Día del Dolor, porque también en esa fecha había muerto, fusilado en la cárcel de Alicante, José Antonio Primo de Rivera.

El dictador murió en la cama, anciano y comatoso, pero durante su larguísimo mandato hubo algunas personas que lucharon contra la dictadura y perdieron la vida o pagaron su osadía con un montón de años de cárcel o con la tortura. Me acuerdo de Marcos Ana, por ejemplo, o de Gregorio López-Raimundo, y de mucha gente del Partido Comunista de España, que fueron los únicos con redaños, con infraestructura y con valentía para hacerlo.

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La mayoría de los españoles se sometió con resignada pasividad a la Dictadura, y, otros, arrostramos alguna incomodidad laboral, algún despido, algún inconveniente, sin que se nos haya ocurrido presumir de ello. Por eso, pasados 33 años, que algunas personas, que no sufrieron ninguna molestia de la Dictadura, se acerquen a la tumba del dictador, y hagan burla y escarnio, sobre un personaje antipático y cruel, no me hace ninguna gracia, ni le encuentro ningún sentido a tan zafia baladronada.

Me recuerdan aquélla anécdota taurina, en la que el torero, tras una tarde aciaga, huyendo perseguido por el toro, desbordado, y concluyendo la faena con varios intentos de estocada, hasta que, por fin, se saca al animal de encima con un cobarde bajonazo, enfadado consigo mismo, en el viaje de vuelta la emprende con uno de los peones y le recrimina cómo ha estado, y le afea lo que hace, y critica su manera de trabajar, y llega hasta el insulto. Y es entonces, cuando el peón, harto de humillaciones, le hace la siguiente observación: “Maestro, los cojones, con el toro”. Pues eso, que algunos no necesitamos ninguna ley para tener memoria, más o menos histórica.

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