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Arbol evolutivo de los hominidos
qué es la radiación de los homínidos
La evolución humana es el proceso evolutivo dentro de la historia de los primates que condujo a la aparición del Homo sapiens como especie diferenciada de la familia de los homínidos, que incluye a los grandes simios. Este proceso implicó el desarrollo gradual de rasgos como el bipedismo humano y el lenguaje,[1] así como el mestizaje con otros homininos, lo que indica que la evolución humana no fue lineal sino un entramado[2][3][4][5].
En el estudio de la evolución humana intervienen varias disciplinas científicas, como la antropología física, la antropología evolutiva, la primatología, la arqueología, la paleontología, la neurobiología, la etología, la lingüística, la psicología evolutiva, la embriología y la genética[6][7] Los estudios genéticos demuestran que los primates se separaron de otros mamíferos hace unos 85 millones de años, en el Cretácico Superior, y los primeros fósiles aparecen en el Paleoceno, hace unos 55 millones de años[8].
Dentro de la superfamilia Hominoidea, la familia Hominidae (grandes simios) divergió de la familia Hylobatidae (gibones) hace unos 15-20 millones de años; la subfamilia Homininae (simios africanos) divergió de Ponginae (orangutanes[a]) hace unos 14 millones de años; la tribu Hominini (que incluye a los humanos, los australopitecos y los chimpancés) se separó de la tribu Gorillini (gorilas) hace 8-9 millones de años; y, a su vez, las subtribus Hominina (humanos y ancestros bípedos extintos) y Panina (chimpancés) se separaron hace 4-7 millones de años. [9][10]
cronología de la evolución humana
En el nivel más básico, la evolución humana se articula a través de las clasificaciones y las relaciones evolutivas entre las especies de homínidos. Este artículo presenta una taxonomía y filogenia básicas de los homínidos, pero también explora los factores que confunden la sistemática en la evolución humana.
El sistema taxonómico más utilizado fue formalizado por Carolus Linnaeus y comprende una jerarquía simple anidada en la que organismos similares se agrupan en un rango taxonómico, y esos grupos se agrupan en grupos sucesivamente más amplios en rangos superiores. La figura 1 muestra una taxonomía de los ancestros humanos y sus parientes simios africanos actuales. Esta jerarquía anidada permite representar diferentes grados de similitud en diferentes rangos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la taxonomía linneana es anterior a la teoría evolutiva moderna; mientras que Linneo organizó los organismos vivos según diferentes niveles de similitud, fueron Darwin y otros quienes explicaron estos diferentes grados de similitud a través de la ascendencia común. Cuanto más emparentados estén dos grupos, más probabilidades tendrán de compartir similitudes. La serie de relaciones evolutivas entre un grupo de organismos se denomina filogenia.
la evolución humana
Para entender la evolución de cualquier especie, primero debemos establecer su estado ancestral: ¿de qué tipo de animal evolucionó? En el caso de nuestro linaje, esto requiere que intentemos reconstruir el Último Ancestro Común de los humanos y los chimpancés (marcado con una “A” en la Figura 1). El último ancestro común de los humanos y los chimpancés (HC-LCA) es la especie de la que divergen el linaje de los homínidos y el de los chimpancés y bonobos. Los homínidos son las especies de nuestra rama del árbol de los hominoideos después de la separación con el linaje de los chimpancés y los bonobos, incluidas todas las especies extinguidas y las ramas laterales evolutivas (Figura 1).
En los fósiles de hominoideos del Mioceno tardío de África se aprecian cambios en la anatomía de los simios. Algunas especies de hominoideos de este periodo presentan rasgos típicos de los humanos pero que no se observan en los demás simios vivos, lo que lleva a los paleoantropólogos a inferir que estos fósiles representan a los primeros miembros del linaje de los homínidos. Los primeros rasgos humanos que aparecen en el registro fósil de los homínidos son la marcha bípeda y unos caninos más pequeños y romos.
hominina
ResumenCharles Darwin esbozó su primer árbol evolutivo en 1837, y los árboles han seguido siendo una metáfora central en la biología evolutiva hasta el presente. Hoy en día, la filogenética -la ciencia que construye y evalúa hipótesis sobre patrones históricos de descendencia en forma de árboles evolutivos- se ha convertido en algo omnipresente dentro y cada vez más fuera de la biología evolutiva. Por ello, el fomento de las habilidades de “pensamiento arbóreo” es un componente fundamental de la educación biológica. A la inversa, los conceptos erróneos sobre los árboles evolutivos pueden ser muy perjudiciales para la comprensión de los patrones y procesos que han ocurrido en la historia de la vida. Este artículo ofrece una introducción básica a los árboles evolutivos, incluyendo algunas pautas sobre cómo y cómo no leerlos. Se abordan diez de los conceptos erróneos más comunes sobre los árboles evolutivos y sus implicaciones para la comprensión de la evolución.
Introducción: La importancia del pensamiento arbóreoEn una floritura indicativa tanto de su estilo literario como de su perspicaz comprensión de la naturaleza, Darwin (1859) ofreció la siguiente metáfora arbórea para describir la diversificación y extinción de las especies: