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Argumentos en contra de la religion
despertar
El argumento de la experiencia religiosa es un argumento a favor de la existencia de Dios. Sostiene que la mejor explicación de las experiencias religiosas es que constituyen una auténtica experiencia o percepción de una realidad divina. Se han ofrecido varias razones a favor y en contra de aceptar este argumento.
Los filósofos analíticos estadounidenses Alvin Plantinga y William Alston desarrollaron argumentos para aceptar el conocimiento obtenido de la experiencia religiosa basándose en el establecimiento de analogías con el conocimiento obtenido de la experiencia sensorial[9]. En ambos casos aplican sus argumentos a las experiencias religiosas cristianas, pero aceptan que pueden aplicarse igualmente a otras experiencias religiosas[9].
Plantinga argumenta que, al igual que el conocimiento obtenido de la experiencia sensorial se considera propiamente básico a pesar de no estar fundamentado, basándose en el fundacionalismo en el molde de Descartes, las experiencias religiosas deberían aceptarse como un conocimiento propiamente básico de Dios[9].
Alston sostiene que si los conjuntos de prácticas utilizados para formar creencias producen conclusiones que son coherentes a lo largo del tiempo tanto internamente como con otras prácticas de formación de creencias, deberían ser aceptadas. Sostiene que éste es el único modo en que se justifican nuestras creencias ordinarias, y que por el mismo criterio se justifican las creencias basadas en la experiencia religiosa cristiana[9].
daniel dennett
Los registros históricos de la crítica a la religión se remontan al menos al siglo V a.C. en la antigua Grecia, concretamente en Atenas, con Diágoras «el Ateo» de Melos. En la antigua Roma, un primer ejemplo conocido es el De rerum natura de Lucrecio, del siglo I a.C.
Todas las religiones exclusivas de la Tierra (así como todas las visiones del mundo exclusivas) que promueven afirmaciones de verdad exclusivas denigran necesariamente las afirmaciones de verdad de otras religiones[2]. Así, algunas críticas a la religión se convierten en críticas a uno o más aspectos de una tradición religiosa específica.
Los críticos de la religión en general pueden presentar la religión como uno o más de los siguientes aspectos: anticuada, perjudicial para el individuo, perjudicial para la sociedad, un impedimento para el progreso de la ciencia, una fuente de actos o costumbres inmorales, una herramienta política para el control social.
Por ejemplo, en Asia, nadie antes del siglo XIX se autoidentificaba como «hindú» u otras identidades similares[3][8] Las culturas antiguas y medievales que produjeron textos religiosos, como la Biblia hebrea, el Nuevo Testamento o el Corán, no tenían esa concepción o idea en sus lenguas, culturas o historias y tampoco los pueblos de América antes de Colón[9][3].
dios no es grande
Los registros históricos de la crítica a la religión se remontan al menos al siglo V a.C. en la antigua Grecia, concretamente en Atenas, con Diágoras «el Ateo» de Melos. En la antigua Roma, un primer ejemplo conocido es el De rerum natura de Lucrecio, del siglo I a.C.
Todas las religiones exclusivas de la Tierra (así como todas las visiones del mundo exclusivas) que promueven afirmaciones de verdad exclusivas denigran necesariamente las afirmaciones de verdad de otras religiones[2]. Así, algunas críticas a la religión se convierten en críticas a uno o más aspectos de una tradición religiosa específica.
Los críticos de la religión en general pueden presentar la religión como una o más de las siguientes cosas: anticuada, perjudicial para el individuo, perjudicial para la sociedad, un impedimento para el progreso de la ciencia, una fuente de actos o costumbres inmorales, una herramienta política para el control social.
Por ejemplo, en Asia, nadie antes del siglo XIX se autoidentificaba como «hindú» u otras identidades similares[3][8] Las culturas antiguas y medievales que produjeron textos religiosos, como la Biblia hebrea, el Nuevo Testamento o el Corán, no tenían esa concepción o idea en sus lenguas, culturas o historias y tampoco los pueblos de América antes de Colón[9][3].
ateísmo: los argumentos contra dios
Cada uno de los argumentos que se exponen a continuación pretende demostrar que un determinado conjunto de dioses no existe -demostrando que carecen de sentido, son contradictorios o están en desacuerdo con los hechos científicos o históricos conocidos- o que no hay pruebas suficientes para afirmar que existen.
Al igual que los argumentos subjetivos a favor de la existencia de Dios, los argumentos subjetivos contra lo sobrenatural se basan principalmente en el testimonio o la experiencia de los testigos, o en las proposiciones de una religión revelada en general.
Los defensores de la escuela de Mimamsa, que se basa en los rituales y la ortodoxia, decidieron que las pruebas que supuestamente demuestran la existencia de Dios son insuficientes. Sostienen que no es necesario postular un creador del mundo, como tampoco es necesario un autor que componga los Vedas o un dios que valide los rituales[59] El Mimamsa sostiene que los dioses nombrados en los Vedas no tienen existencia aparte de los mantras que pronuncian sus nombres. En ese sentido, el poder de los mantras es lo que se considera el poder de los dioses[60].